Lo que yo quiero decir es América Latina...

Lo que yo quiero decir es América Latina...

martes, 11 de marzo de 2008

Rep bli a Boli ar ana de V ne uel . En construcción o deconstruccion según el punto de vista.

Cuantas veces mire este mapa esperando surcar sus tierras y ahora que ya he entrado en él alguien me hace caer en cuenta de algo bello, algo obvio pero que por ser obvio se escapa a la vista en la mayor de las ocasiones. El mapa de Venezuela, la ahora llamada Republica Bolivariana de Venezuela, tiene la forma de un elefante que levanta altiva su trompa y es así si le miras bien, si observas su contorno. A este elefante entre un 13 de febrero tímidamente, observando su dura piel y sus arrugas por el maltrato del tiempo. Entre por su cuello y supe que la piel de los elefantes es escarpada, este enorme elefante me fue retando desde el principio pues solo eran cuestas y cuestas para llegar a su lomo. El cuello en este caso era la ciudad de san Cristóbal y la frontera no era mas que el sitio donde se suele comerciar un sin numero de productos, pero por supuesto no era esa barricada horrible que suele dibujar la prensa y los medios de desinformación que como dice el maestro Rubén Bladez, aumentan la confusión y la verdad es mentira y viceversa. Este nuevo país me ponía a prueba y solo desde lo físico pues desde que cruce la frontera todo fueron buenas energías, la receptividad de la gente que pasa desde sus autos y te dan la bienvenida con sus cornetas y la curiosidad que siempre será bienvenida. Las consabidas preguntas por mi origen, la admiración por la travesía y la palabra que campea por estos lugares y que ya desde cierta región de Colombia vengo escuchando: ¡!Uy usted si es muy arrecho!!(arrecho= valiente), Yo hablo con la gente, sonrío y sigo de paso por el elefante. San Cristóbal se me presenta como una ciudad caótica y en la llegada a ella llueve un poco y me mojo por segunda vez en este viaje en el que debo tener cuidado con la lluvia, va llegando de a poco y cuando menos piensas eres presa de ella. Aquí me quedo poco y al día siguiente sigo camino rumbo a la ciudad de Mérida. El lema de Mérida es Mérida, Preciosa. No es para menos, esta ciudad clavada en los andes y de difícil acceso para mí pues me tomo dos días llegar a ella y con lluvia a bordo de nuevo, pasando por, llanos, curvas y algunas subidas y el sol, siempre presente. Mérida definitivamente me atrapo, pues su clima tranquilo, la limpieza de sus calles, amabilidad de su gente, su singular estado de ser una ciudad dentro de una universidad, ya que por toda la ciudad están las facultades de esa gran universidad que es Mérida. Además su teleférico, el más grande del mundo, junto con la heladería más famosa por sus casi mil sabores de helados hacen que se convierta en una ciudad particular. El camino tiene que seguir, es la consigna de este viaje y ahora hay que salir de los andes para tomar el extenso llano. Es una tarea difícil hay que montarse en uno de los lomos del elefante y llegar a un páramo que siempre será bello por su vegetación pero difícil para pasarlo, otra vez me ayudo de un auto en un corto tramo y converso con mi pasajero guía. Una vez arriba me descuelgo por interminables bajadas y los kilómetros pasan veloces en mi cuenta kilómetros, la bajada es bastante pronunciada, es una delicia esas bajadas para quienes andamos con las bicicletas cargadas. Los llanos son la otra cara del elefante, el lomo, una parte del lomo, pues este elefante se convierte en un inmenso animal por momentos. El llano hierve de calor, las llantas parece que se derritieran y no ves el final de las rectas, cada ciudad de este llano es mas caliente que la otra, el mar esta lejisimos todavía pero con este clima lo presiento como si estuviera cerca, es como sentirse en esas ciudades a orillas del caribe colombiano donde la gente esta en sus corredores y se mece en sus sillas al sabor de una limonada mientras juega domino. Aquí se habla de política todo el tiempo, las pintas en las paredes te hablan del país, de un país que para unos se hace y para otros se derrumba. Yo como simple espectador, veo, pregunto, converso y escucho las diferentes opiniones pues aquí son muchas. No quiero reducir este maravilloso país a un conflicto político, a la voz de sus dirigentes, al discurso de sus mandatarios, pues aunque quiero saber alguna de estas verdades me interesan mas las voces que hay en las calles, la gente que me habla de su país, de lo que hay para ver y comer, la gente que hace las fiestas porque si y porque no, la gente que come carne en vara y cachapas con todo tipo de quesos, jugo de lechosa y las deliciosas caraotas, la gente que va sazonando la tarde con una fría cerveza de esas que vienen en una botella pequeña. En los llanos hay fiesta, hay calor, hay llamado de caribe y cada 90 o 100 kilómetros que me separan de cada ciudad no son un problema para mí pues los pedaleo con el mayor gusto, al fin y al cabo uno de los placeres de este viaje es que puedo montar en bicicleta recorriendo grandes trayectos. En Barinas me entero que allí estudio el presidente y veo las innumerables pintas en las paredes, hay un discurso allí, ahí una voz. En Guanare la hospitalidad de una familia que no me conoce y es un contacto de alguien que me vio en el camino, se hace presente, allí la voz de mis historias hasta el momento cautivan a unos jóvenes que no se cansan de preguntar y escuchar atentamente. En Araure la presencia femenina de Carmida madre e hija me acogen y saben desde entonces que la hospitalidad es posible sin miedo alguno y que quien llega puede traer buenos aires. Desde Araure y dejando a mi dama de los radios ardiente, mi bicicleta, voy en bus en compañía de mi anfitriona a la ciudad de Barquisimeto. Otro aire, una ciudad más grande, el sol de la mañana acompaña y entre conversaciones y museos de paso voy conociendo mas de este proceso y justo cuando venimos hablando de política una marcha chavista aparece a la vuelta de la esquina, banderas rojas, pañoletas y consignas se dejan ver. Hay euforia por parte de los sujetos que defienden al gobierno y a su causa, ponen en el cañón a sus enemigos y cantan victoria, ¡Patria, socialismo o muerte, venceremos!. De Araure salgo al día siguiente y es una de las despedidas mas sentidas hasta el momento (Falta tanto por vivir), hay lagrimas pero un buen sabor de boca, viajo ahora con mas gente en el corazón. Hay carreteras viejas y las nuevas autopistas, hoy decido viajar por la vieja rumbo a San Carlos y es todo un éxito la decisión. Los árboles dan cobijo y en esta estrecha carretera no me siento tan perdido como en las anchas autopistas. A San Carlos llego y me sigo sorprendiendo de la amabilidad de esta gente, cuando un hombre al que le cuento mi historia me ayuda amablemente para mi hotel. Al día siguiente cumplo la jornada más ardua hasta el momento en todo mi viaje. Pensando en llegar a la ciudad de Valencia que son 97 Km me encamino, una dura jornada que voy sorteando poco a poco. Hoy era una de esas jornadas donde la meta pareciera alejarse a medida que estas cerca de ella. Cuando pienso que estoy cerca aparece un devastador cartel el cual me indica que me faltan 17 Km, eso todavía es mucho. Al llegar a la ciudad me interno en ella para buscar un hotel pues aquí no tengo ningún contacto, es domingo y a pesar de que es una de las ciudades más importantes parece un pueblo fantasma y no logro conseguir un hotel económico y decido en un acto heroico seguir hasta la próxima ciudad sintiéndome totalmente agotado sabiendo que debo pedalear 40 Km más. El objetivo es Maracay, allí tengo a alguien que me recibirá. De cualquier manera logro llegar a Maracay, casi sin fuerzas después de pedalear 140 Km y definitivamente todo tiene su recompensa. Maracay es otra ciudad que me atrapa por espacio de 8 días. Por un lado esta su gente con la que comparto experiencias de sumo agrado. Allí paso entre dos familias que han sabido acogerme con su calor de hogar. En Maracay tengo la posibilidad de visitar por primera vez en este viaje al viejo océano, son las playas de Choroni y Chuao. Choroni con un mar azul y tranquilo y Chuao con la consigna de producir el mejor cacao del mundo. Como siempre y cada vez más intensas son las despedidas. Ya voy llegando al lomo del elefante y sigo mi camino. Hoy 11 de Marzo llego al lomo del elefante, a la capital, Caracas, a seguir viviendo mas caras de la moneda, una moneda que no termino de descifrar ni de gastar.

A la Mérida ¡Preciosa!

Siempre estoy recordando la voz de mis maestros, sus palabras, sus sabios consejos y apuntes.
...detenerse donde nos coja el amor, reza uno de esos buenos consejos. En la ciudad de Mérida no escribí mucho, porque como decía otro de los grandes, los acontecimientos necesitan un poco de tiempo para volverse palabra. La forma del amor en Mérida no se reduce a la facilista, tonta y absurda forma dada por muchos en juntar al hombre y la mujer para desperdigar dicho sentimiento. Ya antes de este viaje pensaba que el amor puede y debe darse de muchas maneras. En esta ciudad tuve varios hospedajes y sea este texto un sentido homenaje a la ciudad y su gente, al buen amigo Abdón que me acogió. Este es un tipo que conoce bien la ciudad y que posee un sentido critico que permite establecer una comunicación fluida y verdadera. El amor es palabra entonces también y hay que saberlo habitar. De otro lado el clima de aquí cautiva de sobre manera. En la medida que te vas moviendo por el mundo tú y tu cuerpo van manifestándose. Con una temperatura que invita al sol en la mañana, un sol no muy fuerte y ese tímido frío que se aleja pero se queda a la vez y permite que no te quieras ir de la ciudad. Con el frío entonces estoy mas a gusto y me dejo estar de una mejor manera. Mi anfitrión un hombre casi de mi edad, es alguien centrado y conocedor de un espacio que ha sabido asimilar. A lo largo de mi estadía allí caminando de un lugar a otro o sentados en la comodidad de su pequeño apartamento, de repente venia de su parte una historia cargada de tradición y entre mitos indígenas, historia inmediata y conflictos actuales las conversaciones fluían. Como hecho particular hay que decir que este hombre es medico. Aquel día que lo conocí pase mi primera noche acompañándolo en su clínica donde debía hacer turno, una clínica de obstetricia, especialidad a la que se dedica y justo allí en ese lugar tuvimos los primeros acercamientos de largas conversaciones venideras sobre la política de este singular país y el proceso que pretende construir. Estar en una clínica me hizo recordar muchas cosas que tienen que ver con mi pasado. De un lado mis enfermedades cuando pequeño y mis largas jornadas en hospitales, por otra parte las innumerables horas que acompañaba a mi madre, quien fuera enfermera, en sus múltiples lugares de trabajo. Se puede decir entonces que crecí entre clínicas, médicos y medicamentos. Ahora, a esta edad y siendo mi mejor amigo medico, las historias de hospitales y pacientes no terminan para mí, por eso ese día allí el espacio no se me hacia extraño. Los días tranquilos en Mérida se desarrollaron con una calma tal que conmueve al recordarlo. En este viaje me revisto en ocasiones con mi actitud de turista y voy a conocer aquellos lugares de las guías, los que los medios nos dicen visitar. Ese juego no me gusta mucho, por no considerarme un turista, si no mas bien un tipo que deambula por ahí. En Mérida en un par de ocasiones hice este juego de jugar por jugar. Con mucha curiosidad fui a la no menos famosa heladería Coromoto, la de los mil sabores (830 hasta ahora según me documente) que aparece como no en el libro ginness. Allá llegue a asombrarme como muchos, de su infinita carta de sabores, la mayoría de ellos traídos de los cabellos. Pensaba también que en su dueño, un hombre de origen portugués, hay un gran jugador, que entre la invención de nombres y combinaciones de sabores existe un hombre que construyo un cálido sueño con los fríos helados. Mi otro juego de turista fue ir a conocer el teleférico mas alto del mundo. 12 kilómetros y una altura de 4700 msnm fueron el embeleco de uno de nuestros presidentes latinoamericanos de turno, emulando construcciones, pero este, que es el continente de la hipérbole se presta para estas grandes proezas. El teleférico se remonta hasta el Pico Bolívar, el mas alto de Venezuela con 4980 msnm, que ya casi no esta cubierto de nieve, estas dejaran de ser perpetuas, unos pobres parches blancos le dan otro color al pico que ya casi quiere tocar el cielo. A medida que subes por sus cinco estaciones puedes apreciar la magnitud de dicha obra y por supuesto la inmensidad de la naturaleza. Ese día nos calentaba un agradable sol que golpeaba en la cara mientras subíamos, pero arriba las cosas son a otro precio y la justa altura hace lo suyo. El cuerpo se entumece de punta a punta mientras el viento corre como loco inundándolo todo. Lo otro en Mérida es su centro limpio, sus callecitas agradables y aquello de que es una ciudad incrustada dentro de una universidad. El hecho que la universidad principal no este ubicada en un solo lugar si no que sus facultades se desperdiguen por toda la ciudad hace que cuando la recorras te sientas transitando por la academia. Mérida es una ciudad de muchos, de todos, la condición de ciudad universitaria hace que confluyan jóvenes de todos los lugares del país y esto le da un aire juvenil, entre cafés, panaderías, bares, lugares para el deporte y siempre donde disfrutar de comidas rápidas que aquí abundan, Mérida se empina y deja que en la noche la bruma la cubra y que en las mañanas el sol vaya iluminando sus picos.

domingo, 9 de marzo de 2008

Diario el Siglo - Maracay 7 de Marzo/2008

Mi primer reportaje en un periodico
el hecho se empieza a registrar...